sábado, 30 de noviembre de 2013


La gratitud tiene rostro

La gratitud es aquella actitud que nace del corazón en aprecio a lo que alguien ha hecho por nosotros. 

Hace unos siglos el apóstol Pablo escribió una carta a sus amigos de Filipos (Filipenses).  En sus palabras iniciales incluye una oración de acción de gracias (Filipenses 1:3-11).  Comienza dando gracias a Dios, porque Él es la fuente de sus bendiciones.  Luego da gracias a Dios por la comunidad de fe que había marcado su corazón.  El tiempo había pasado desde la primera vez que Pablo visitó esta “pequeña Roma en medio de la cultura griega”, pero todavía él les recordaba con gratitud.  Hechos 16 relata la llegada del evangelio a esta ciudad y su impacto sobre varias personas y sus respectivas familias.  Al pasar los años la relación apóstol-iglesia creció hasta ser una estrecha, personal y de compañerismo. 

Ahora desde la soledad de la cárcel, el apóstol les escribe para comunicarles su gratitud por la bendición que han sido para él “desde el primer día.” (Fil. 1:5).  Al leer la expresión “Cada vez que me acuerdo de ustedes doy gracias a mi Dios…” (Fil. 1:3, Dios Habla Hoy) quiero sugerir que el escritor nos está diciendo: ¡La gratitud tiene rostro!  Pablo recuerda rostros, nombres y personas.  Según el relato bíblico esos rostros pudieran incluir a:

·         Lidia, una comerciante de telas finas de púrpura (Hechos 16:14).
·         Una joven esclava, de quien no tenemos su nombre, que era utilizada por sus amos para ganancia personal (Hechos
        16:19).
·         El carcelero de Filipos, de quien tampoco tenemos su nombre, pero sabemos que tenía familia (Hechos 16:32-33).

Todos ellos y ellas habían impactado la vida de Pablo de manera que siempre que él hablaba con Dios (oraba) los recordaba con gratitud. 

Te pregunto: ¿Das gracias a Dios cuando vienen a tu memoria rostros de personas que tocan tu corazón porque te han beneficiado en el camino?  Pueden ser rostros de familiares y amigos;  personas que han estado a tu lado en momentos de necesidad, enfermedad o muerte.  Algunos quizá ya sean ancianos o hayan fallecido, pero su recuerdo te trae gozo y gratitud.  Hoy puede ser un buen tiempo para hacer una lista de las personas que han hecho algo por ti, pero nunca se lo has expresado, o tal vez hace algún tiempo que no se lo expresas.  Hoy es un buen día para llamarles por teléfono, escribirles una carta o una tarjeta, o tal vez enviarle un regalo.  Tu gratitud servirá de aliento y ánimo para estas personas que desinteresadamente han influenciado tu desarrollo personal, familiar, académico, económico, profesional, social o espiritual.  No olvides que: ¡La gratitud tiene rostro!

 

sábado, 16 de noviembre de 2013



Salmo 23 – Jíbaro (Puerto Rico)
 
Como el Señor es mi pastor, a mi “na” me faltará,
El me llevará por los valles de mangoles y de malojillo,
Y confortará mi alma sin “empetarme” una espina.
Me escuchará suavecito con su vara de pastor,
A la orilla de la charca donde canta el ruiseñor.
Y allí entre las pomarrosas y la sombra del yagrumo,
El me acurrucará en sus brazos,
Como ese pastor, ninguno.

Si en el fondo del barranco me “atrabanca” la “pelona”,
El se “hondea” allí conmigo,
Me “jala” con su “cayao” y me remolca a la loma.
Mi mesa siempre “bastá”, verán los que me critican,
Y su unción fresca de aceite me “lloreará” por la frente,
Como corre el golpe de agua cuando llueve y el río crece.
Su bien y misericordia me seguirán de cerca.
Y cuando ya esté viejito, “rodeao” por la soledad,
Aun medio “despitaíto”, seguiré en casa de Jehová.
 

Autora: Gloria Vidal de Arbó


http://youtu.be/s1SYrmAc8VU