domingo, 20 de enero de 2013

La oración: un hábito y una carta de amor

Un autor ha llamado la oración “un hábito del corazón”. Es que cuando evaluamos nuestra vida diaria, estamos llenos de hábitos y de costumbres. Creo que todos cuando nos levantamos en la mañana “automáticamente” vamos al baño, realizamos nuestras necesidades fisiológicas y luego nos lavamos la boca. Ya es un hábito, una costumbre. Cuando somos niños nos cuesta aprender este proceso, pero cuando somos adultos ya es parte de nuestra rutina diaria.

Un hábito es “la facilidad adquirida por la constante práctica de un ejercicio”. Es una costumbre, algo que por la práctica adquiere la fuerza de la ley hasta convertirse en parte de nuestra naturaleza. El énfasis está en la práctica constante. Un ejemplo de esto es el uso de los cinturones de seguridad cuando conducimos un automóvil. Ya es parte de nuestra rutina (por lo menos de la mía) subir a un auto y ponernos el cinturón. De aquí a algún tiempo pasará lo mismo con hablar con el celular y guiar. La fuerza de la práctica y una multa de vez en cuando nos establecerá este nuevo hábito o costumbre.

Así como tenemos hábitos y costumbres que son parte de nuestra rutina y vida diaria, hablar con Dios debe ser parte vital de la disciplina espiritual del cristiano. Cuando vemos la oración de esa manera la practicamos regularmente, como parte de nuestra respuesta normal de fe en obediencia a la presencia, poder y actividad de Dios.

El Dr. Roberto A. Rivera define la oración como “una carta de amor”. El indica que la oración, la comunicación y el amor están estrechamente ligados en la vida diaria. Omitir cualquiera de estos es convertirse en una persona espiritualmente lisiada. Aprender a orar, es aprender a amar. La oración es un diálogo entre dos personas que se aman mutuamente. La oración es el lenguaje del corazón.

Desde ese punto de vista la oración tiene unos elementos básicos e importantes:

-Información – le decimos a Dios cómo están las cosas, qué creemos, qué necesitamos, a quién queremos que Dios bendiga y por qué. Función informativa.

-Petición – compartimos nuestros deseos, necesidades y ambiciones personales con Dios.

-Confesión – confesamos nuestras limitaciones y fallas, nuestra sumisión a su misericordia.

-Intercesión – oración hecha a favor de otra persona.

-Gratitud – gratitud a Dios por ser quien es y por sus acciones de misericordia a favor de los seres humanos.

Finalmente, “La oración deber ser una manifestación del amor que Dios mismos ha puesto en ti. Orar deber ser hablar con Dios, por cuanto él está presente y te ama no sólo a ti, sino también a tu hermano. En esencia, la oración deber ser sencilla, expresando gratitud directa o pidiendo lo que necesitamos en un momento en particular. El pasado puede necesitar confesión, mientras que el futuro requiere confianza.” (Rosalind Rinker, Communicating Love Through Prayer)

¡Sigamos orando!

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